sábado, 23 de agosto de 2008

Dios Sí Juega A Los Dados: El Telescopio de Escher...(primera parte...)

Para saber del porque de esta redacción favor de, si gusta, leer el post anterior al de Cirugia. Si le vale queso... vaya a ver si ya puso la marrana (con tooooodo respeto.)

Hay una mujer que mira por un telescopio y un hombre que empieza un cuento; no se conocen y tal vez no exista la manera de reunirlos nunca, pues aunque los dos viven en México: ésta es una ciudad galimática donde los agentes de tránsito cambian constantemente el sentido de la circulación, donde las calles se interumpan por los puestos de los vendedores ambulantes y las avenidas se bloquean por las diarias marchas de protesta: el espacio de México es discontinuo: hay plazas, barrios e inclusive secciones enteras de la ciudad que no están intercomunicadas. Los capitalinos sabemos y, por eso, es rara la vez que alguien se aventure más allá de su colonia o de los circuitos probados: quien lo inenta yerra, se extravía por arrabales peligrosos y, cuando tiene suerte, las mismas calles torcidas lo regresan a sus lugares de costumbre.
Ella se la pasa escrutando desde su balcón los edificios, revisando ventana por ventana el vecindario: posiblemente lo busca a él; pero él se encuentra en una habitación con las cortinas cerradas, escribiendo una historia que ella no leerá porque prefiere las historias vivas que mira con su telescopio: telenovelas stricto sensu, sketchs mudos, escenas apacibles en las que una familia merienda en la terraza, o cuadros tórridos de parejas que fornican con las ventanas abiertas de par en par.
Él se la imagina. Ha estado muy cerca de imaginarla puntualmente; pero no corre a la ventana para asomarse, porque no cree que ella exista más allá de sus palabras, ni que existan el balcón ni el telescopio: él ni siquiera está seguro de la posibilidad de un cuento en el que los protagonistas están condenados a no conocerse: cómo ligarlos?, con la infundada sospecha de que se buscan?, con la hipótesis generalísima de que cualquier persona necesita y espera a alguien? Pero, por qué deben ser precisamente ellos los que se faltan?, por qué no una mujer cualquiera como la que ahora toca el timbre del departamento del hombre que suspende la escritura y malhumorado avienta el bolígrafo para ir a abrir la puerta?

-No estabas? Te llamé por teléfono.
-Sí, lo siento, estaba trabajando.
-Pero sabías que te iba a hablar, no? Ni siquiera te has afeitado...

Él vuelve a disculparse, saca el traje gris del armario, cruza la habitación; ella escucha el agua de la regadera: Vamos a llegar tarde, dice frente a la mesa donde un bolígrafo abandonado ya no podrá escribir lo que iba a es cribir, porque cuando él reanude la historia, luego de la fiesta para la que se está arreglando, no encontrará la frase que quedó pendiente, sino otra: una frase cualquiera que bien o mal se integrará al discurso; pero ya nunca la frase exacta con la que iba a hablar de la mujer del telescopio, la que él supone insustituible, porque también el texto es una ciudad galimática con avenidas que se interrupen por la más ligera distracción, y en las que los personajes se pierden como él, que lejos de bolígrafo, ahora se pierde por las conversaciones de una fiesta ala que acaba de llegar.
Se nos hizo tarde: el tránsito estaba latosísimo, explica ella a los anfitriones y volviédose a él agrega: Francisco, éstos son mis padres. Mucho gusto dice él y les tiende la mano. Genoveva nos ha platicado tanto de usted que ya queríamos conocerlo. Ojalá que pronto tengamos otra boda. Ay mamá!!, dice ella, todavía no es tiempo para pensar en esas cosas. Francisco sonríe y se deja conducir de presentación en presentación: Mis tíos. Mucho gusto. Mi hermana y su esposo. Muchas felicidades. Luego viene el brindis por los novios, el pastel, la foto de familia, el baile, otro brindis, más pastel, ya no gracias. No has probado el pastel, Francisco, no te diviertes? Sí, claro, responde y acepta el plato que le ofrecen. En ese momento, la mujer del telescopio se cuela por la ventana de la fiesta; acciona el close up y escudriña los rostros: unos ríen, otros gesticulan; algunas mujeres se repegan contra la corbata de sus compañeros de baile: parecen alegres; sólo hay un hombre de traje gris que delata con su postura cierto fastidio, el telescopio se detiene con él: está de espaldas, ella aguarda a que se gire; pero durante un largo rato él no se mueve.


continuará...

1 comentario:

Josefina Palma dijo...

hay suly me dejaste asi bien en suspenso!!!! :S espero que si continue heeee, jajajjaa

saludos